jueves, 28 de julio de 2011

Historias de cronopios y de famas - 1962 Manual de Instrucciones La tarea de ablandar el ladrillo

La tarea de ablandar el ladrillo


La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentrífica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero Hotel de Belgique.
Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en ncuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicadode girar el picaporte, ese acto por el cual todo podria transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.
Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.
Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada dia y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por que estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro.
Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y aceptar taimadamente su nombre de nube, su replica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por que te los daria? Solamente vendra lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y timbla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso.
¡Oh cómo cantan en le piso de arriba! Hay un piso arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de  un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido.
Cuando abra la puerta y me asome la la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las cosas ya sabidas, no el hotel de enfrente: la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mi como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.     

1 comentario:

  1. Credulidad y menos
    Se traspapeló un atado incoherente de pesadillas. Pero igualmente, andaba por la vereda, saltando baldosas con dibujos simétricos. Siempre pensó que debía esquivar simetrías, y esa era una buena forma de hacerlo. No hay que tocar los bordes, las baldosas no cobran vida cuando se pisan las esquinas. De vez en cuando un codazo ajeno le hacia recordar que no estaba solo, que tenia que conjugar variables y darse cuenta que caminaba por la bendita urbe, llena de fantasmas sin memoria, sin deseos, sin carne... todos desconocidos e individualizados. Con caras apagadas y trasnochadas en días de rutina y cuantificaciones. El éxito siempre pendiente, inalcanzable y presente. Hay que triunfar en este mundo y el triunfo tiene sus propios parámetros, es lo único libre realmente. Rodea a todos y no toca demasiado a nadie... pero eso no importaba demasiado, mientras no se toquen los bordes de las baldosas con los zapatos. Ese es un éxito tangible, un logro desde la obsesión, así como contar las cuadras que separan una distancia de la otra, un kiosco de revistas de un repartidor de panfletos, un semáforo de una vidriera en ofertas, un día de otro, un paso y otro mas... tan solo se proponía llegar a destino y el destino se multiplicaba en miles de propósitos... realizables. Es así como la ventaja sobrevolaba sus pensamientos. Le ganaba por una cabeza a todos los codazos y empujones de aquellos disfrazados de metas y banelco.
    Llegaba siempre a donde iba. Su ir es un tiempo real, enredado en certezas y miradas concretas. Su realidad es propia e insana para los otros sin significados. Su sentido propio se toca y no busca que los otros, extranjeros por ignorancia de los ladridos sin rotulo, lo reconozcan. Sabe perfectamente que su soledad lo resguarda de las metáforas, de las explicaciones, de los diagramas de flujo que representarían nadas en los demás... no quiere hacer legible su antisimetría, tan solo se propone no pisar los bordes de las veredas y no hay porque encontrarle un segundo significado, ya que el primero y único es propio y no tiene que ser ajeno para existir.

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